Tres barcos

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Hay en la historia de mi familia tres barcos importantes. Hoy en día, si alguna vez los occidentales se embarcan, es para hacer un crucero (generalmente una vez jubilados, con otros especímenes similares) o para llegarse a Ibiza, con planes de diversión y aventura.

No hay nada de eso en los tres barcos de la historia de mi familia. Por si no ha quedado claro a estas alturas, somos emigrantes. Y venimos más bien de abajo, es decir, emigrantes de verdad, de los que se mueven por hambre, por un futuro mejor. No hay cruceros y discotecas en nuestro horizonte marítimo. Hay esperanza.

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SINGLEFINEANDO (3)

Una entradita más de esta serie dedicada al arte de (intentar) surfear con tablas clásicas con una sola quilla. Se viene una cuarta (y posiblemente última) entrada, que dedicaré básicamente a desglosar los distintos tipos de retro singlefins que hay, con el objetivo de orientar hacia la compra y surfing de cada uno de ellos.

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Lo que el cine me enseñó del amor

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Cine y amor no son dos palabras que casen bien. Tendemos a asociarlas, por efecto kulechov, con comedias románticas con Matthew McConaughey y Meg Ryan. Elevación a categoría de arte de la relación tóxica, del acosador y de la neurosis. Pero el cine es mucho más que eso. Y guarda tesoros de calado intelectual e incluso filosófico para quien sabe escarbar. Estas son algunas de las cosas que he aprendido del amor (el de verdad) gracias al cine.

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¿POR QUÉ TIKI?

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Me fascinan. Me parecen el elemento definitivo del arte lowbrow. Me parecen la culminación de la cultura pop, junto a Roy Lichtenstein, los Rolling Stones y las camisas Ben Sherman. Sencillamente me flipan con su aroma a otras épocas y lugares felices, antes de… bueno, de todo esto. Hablo de las jarras tiki. Pero no solo de las jarras. Hablo también de figuras de plástico, cabezones, libros, todo lo que se relacione directamente con este trozo feliz y desenfadado del tapiz de los 60.

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TELGOPOR

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Hoy es 21 de noviembre. De 2020, aún. Maldición. Pero no todo, no absolutamente todo está siendo tan malo este año. Por ejemplo, las olas. Hoy se ha surfeado: olitas de medio cuerpo a tres cuartos, glassy, abriendo perfectas a izquierdas, con potencia y con un ligerísimo viento offshore. Contando este, es el cuarto swell en cinco semanas: en el Mediterráneo eso es un lujazo. Incluso si las olas no siempre han sido tan buenas como hoy.

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¡TÚ, FILÓSOFO, CABRÓN! (Un libelo)

Como ansío popularidad y que me lean miles, qué digo, millones, he escogido el tema que más puede acercar este blog a las masas. Sí, voy a hablar de filósofos. Concretamente de uno, y no (necesariamente) en su condición de filósofo, sino por su condición de hijo de la grandísima puta. Y no, no forma parte del Gobierno de la nación, así que si eres pepero o rata fascista, ya puedes dejar de leer. El insulto no va hacia quien crees.

Gun Crazy: tienes que mirar esta película

No es ningún secreto mi amor por el cine. Junto con los libros y el rock and roll, ha sido uno de los tres pilares de mi cordura. Años atrás (tantos que paso de poner fechas) ejercí de crítico cinematográfico y de entrevistador y cronista en festivales del medio. Ahora leo esas críticas y me sonrojo, por lo poquísimo que sabía de asuntos técnicos como movimientos de cámara, iluminación, puesta en escena, vestuario y demás maravillas que conforman el Séptimo Arte.

OK, Boomer

La respuesta alcanzó a mi colega, llamémoslo Héctor, como una patada en la espinilla con calzado de protección industrial. Héctor tiene tres o cuatro años menos que yo. Es un orgulloso miembro de la Generación X. De boomer, nada. Es más: si alguien se ha pasado la vida criticando a la generación baby boomer es justamente él.

GLORIA

Nunca deja de sorprenderme que tantos y tantos temporales que me han deparado horas de intensa felicidad con buenas olas y amigos también hayan deparado tanta tristeza, miseria y dolor no muy lejos de donde yo estaba. Este es el caso de Gloria, el último episodio que ha azotado la costa mediterránea, y que al final ha sido un poco más apocalíptico de lo que yo mismo pensaba. (Foto: Francesc Montoro)

I’M BACK, BITCHES

El Chico de la Tabla Amarilla ha vuelto hoy al mar, tras nueve largos meses en dique seco. Ha vuelto con cierto temor – tampoco miedo: quizás respeto – no tanto al mar, que estaba revuelto y feote, pero tampoco excesivamente grande, como a las sensaciones de su tobillo, convaleciente aún de su fractura.