Momento de cambios en este blog. Y en mi surfing. Y en mis prioridades vitales. Dejadme explicar primero lo menos importante.
Momento de cambios en este blog. Y en mi surfing. Y en mis prioridades vitales. Dejadme explicar primero lo menos importante.
Una entradita más de esta serie dedicada al arte de (intentar) surfear con tablas clásicas con una sola quilla. Se viene una cuarta (y posiblemente última) entrada, que dedicaré básicamente a desglosar los distintos tipos de retro singlefins que hay, con el objetivo de orientar hacia la compra y surfing de cada uno de ellos.
Nunca deja de sorprenderme que tantos y tantos temporales que me han deparado horas de intensa felicidad con buenas olas y amigos también hayan deparado tanta tristeza, miseria y dolor no muy lejos de donde yo estaba. Este es el caso de Gloria, el último episodio que ha azotado la costa mediterránea, y que al final ha sido un poco más apocalíptico de lo que yo mismo pensaba. (Foto: Francesc Montoro)
El Chico de la Tabla Amarilla ha vuelto hoy al mar, tras nueve largos meses en dique seco. Ha vuelto con cierto temor – tampoco miedo: quizás respeto – no tanto al mar, que estaba revuelto y feote, pero tampoco excesivamente grande, como a las sensaciones de su tobillo, convaleciente aún de su fractura.
Sucede a veces que te dejas, te olvidas de ti mismo y te asilvestras. Sucede cuando pasas demasiados días en casa, escribiendo o traduciendo o (peor aún) alternando ambas actividades hasta que no sabes ya qué es encargo y qué, producto de tu imaginación. A veces, incluso, acabas un trabajo ignorando cuánto tiempo llevas sin salir del estudio. ¿Qué día es hoy? ¿Jueves? ¿Viernes? ¿A qué hueles?
Dejadme ser sincero: como skater, apesto. Soy malísimo, sea cual sea el criterio por el que se me juzgue. Ni como patinador, ni como supporter de la escena local, ni como nada. Además empecé tarde y mal, y en una época en que no había tutoriales y youtubers de todo lo que a uno se le pueda imaginar.
Técnicamente jamás he pasado del ollie (eso sí, reconozco que bastante majo) y UN kickflip. Digo UNO porque fue eso, una sola vez, y nunca he podido repetirlo. Ahí está el nivel. En rampa, eso sí, le metí bastante caña, y he practicado bastantes tipos de grindada en los distintos copings de half-pipes, quarters y pools (mi tipo de skate preferido). Siempre de backside, porque de frontside me cuesta la vida, al revés que en surf, donde no tengo preferencia.
Porque el tiempo pasa y a veces no nos damos cuenta de que nos pasa, y nos dejamos ganar por inercias, y nos olvidamos de escribir, he decidido dar cuenta de varias cosillas que tengo en mente. Este no es un post como los de siempre, pero al menos es un post.
Tras un verano largo, muy largo, extenuantemente largo, parece que por fin se acerca la temporada de surf en este rincón del planeta. ¿Cómo será? Mediocre, como siempre. ¿Siempre? Bueno, no. Según gente que sabe de estos temas, hay un patrón que nos permite decir si una temporada en el Medi será mediocre, buena o rematadamente mala.
Cómo nos gusta, a los surfistas, mitificar. Pero todo, oiga. No hemos salido del agua y ya estamos mitificando una sesión mediocre, pero qué olaza la penúltima, parecía de dos cuerpos. Y cuanto más hacia atrás viajamos en la memoria, más glorificado el recuerdo. Así, parecería que aprendimos con una puerta de madera vieja, porque en aquella época conseguir una tabla no era tan fácil como ahora, y que tuvimos que recorrer media Catalunya, porque en aquella época no había apps, tenías que ir y mirar, y que nos metimos un día de una mar tremenda, porque en aquella época…
No sé si expliqué en este blog que en una de las últimas sesiones con tamaño colaboré en un cortometraje. Bueno, colaboramos, Cheesecake y yo. Salimos de extras, aunque Cheesecake tiene más tiempo en pantalla.