Yo ya me estaba desesperando. Veréis, la semana pasada no hubo post porque hubo olas. Vale, sí. Pero también porque no tenía ideas. Tengo un post a medio fabricar acerca de mitos y realidades de las singlefin, pero cuando me iba a poner en harina, el amigo Alec me hizo probar su Wombat y decidí que tenía que incluir eso también en el post, y para eso necesito darle caña un par de veces más en condiciones. Tengo otro post a medio escribir, acerca del valor del juego como derecho humano universal, pero nunca encuentro el momento de ponerme a releer a Graeber para articularlo bien. Soy un vago. Pero entonces llegó el 8-M y se me encendió la bombilla: hay que ser muy gilipollas para no hablar de esto, ahora. Y mañana. Y pasado.
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Extraños, famosos surfistas
Mucho antes de que se pusiera de moda entre los famosos y sus falsos “robados en las playas”, el surfing atraía a personajes célebres y espíritus aventureros. Eran los años en que el surfing salía del armario al que lo habían confinado las estrictas reglas morales puritanas y se mostraba como una curiosa costumbre polinesia que, sin embargo, el hombre blanco podía llegar a dominar. Estas son las historias de algunos de esos personajes.
Noche de Carnavales
Se llama Juanjo. Eso que quede por delante. Se llama Juanjo, no es un número de la Seguridad Social, no es una estadística. Se llama Juanjo y me lo encuentro al atardecer mientras paseo a Nano.
Ken Loach: decencia, a pesar de todo
Con motivo de la retrospectiva que la Filmoteca de Catalunya dedicó a Ken Loach pude ver su última película: Yo, Daniel Blake. Este es un post que no va a ir de surf, por si no te habías dado cuenta. Pero va a ir de cosas más importantes, creo, y que posiblemente acabarán importándote más.
El valor de la danza
Llevo más de una década aprendiendo a surfear. Mi progreso ha sido lento: los primeros dos o tres años la curva de aprendizaje fue rápida, y a partir de ahí he progresado de un modo mucho más difícil. En primer lugar, comencé muy tarde, como era habitual en el Mediterráneo, y no precisamente desde un background deportivo: lo que me llevó al surf fue el skateboard, en el que tampoco destaqué; aparte de esto, actividades como correr, nadar, hacer estiramientos o calentar eran algo ajeno para mí.
MAHARISHI
El corazón tiene razones que la razón no entiende. Así de simple. Solo así se explica mi obsesión por este tipo, escurridizo y rebelde por naturaleza. Porque, dicta la razón, mi pasión por el surfing setentero debería verse colmada por la gracilidad de pantera de Larry Bertlemann; por la velocidad y elegancia de Terry Fitzgerald, por el nervio y la garra de Shaun Tomson. Pero no. El corazón va más a la izquierda y busca siempre el filo, lo radical, lo excéntrico. Y allí se encuentra con el Maharishi.
TRES PELÍCULAS Y UNA LOCURA
Esta ha sido una semana intensa, y entre el trabajo y el artículo que escribí para Crying Grumpies no he podido implicarme tanto como hubiera deseado en el blog. Quisiera compensarlo con esta breve entrada, en la que hablaré de cuatro historias de surf que me han llamado la atención y que pueden interesaros si no las conocéis.
Las tres primeras son películas, y están disponibles en Netflix. Nunca he estado muy en contra de descargar películas, ojo. Pero Netflix es, creo, la mejor respuesta posible (al menos en un sistema capitalista) a un modelo de negocio que se había estancado. Y el primer mes es gratis, como la primera dosis de drogaína. No lo digo porque sí.
Feliz año nuevo!
Pues eso, que os deseo a todos lo mejor para este nuevo año. Sed tan buenos como podáis (que de malos hay muchos ya) y surfead tanto como podáis, que el mundo se acaba. A ser posible, con el estilazo de Batman y el Joker.
LA NOCHE DEL CAZADOR
«Uno no va a cazar elefantes con un rifle de aire comprimido. Si vas a cazar olas grandes, lleva un arma grande.»
Buzzy Trent
En una noche de esas maravillosas, de furgonetas, guitarras y cansancio tras horas en el agua, nos habíamos reunido un grupo bastante diverso de surfistas. Había italianos, españoles, alemanes e incluso australianos y la cerveza, en lata y botella, circulaba con tanta fluidez como las anécdotas. Conforme nos íbamos poniendo tiernos empezamos a desbarrar sobre la naturaleza íntima del surfing. No acerca del surfing como mundo, como estilo de vida o nada eso, sino directamente sobre el arte y técnica de surfear.