Momento de cambios en este blog. Y en mi surfing. Y en mis prioridades vitales. Dejadme explicar primero lo menos importante.
Momento de cambios en este blog. Y en mi surfing. Y en mis prioridades vitales. Dejadme explicar primero lo menos importante.
Las librerías están llenas de biografías de estrellas del rock. A poco grande que sea el establecimiento, tendrá una sección de “Música” en la que invariablemente encontrarás biografías, más o menos autorizadas, de Jimi Hendrix, Bob Marley, Janis Joplin, Kurt Cobain, The Beatles y The Rolling Stones. En algún caso encontrarás, además, biografías un poco menos espectaculares pero mucho más interesantes como las de Miles Davis, Lou Reed o Frank Zappa. Mucho más difícil resultará encontrar biografías de productores.
Se dice por ahí, por los mentideros del punk intelectual, que England’s Dreaming, de Jon Savage, es «la biografía definitiva del punk». Y no. No es necesario ser Sherlock para ver los problemas inherentes a esta afirmación. En primer lugar, hablar de punk intelectual», si no llega a oxímoron (Crass existió, mal que nos pese) le pasa rozando: pero aceptemos que pulpo es animal de compañía: al fin y al cabo, hasta al brasas de Tom Verlaine lo consideraron punk en su día.
“Exhaustivo” es la primera palabra que acude a la mente para describir Bass Culture: When Reggae Was King, de Lloyd Bradley. Aun así, y pese a que pueda parecer absurdo, el término no agota las posibilidades de definición de la obra.
ABSOLUTE BEGINNERS, de Colin McInnes
No mucho antes de que surgieran los Angry Young Men (Osborne, Sillitoe, Amis…) pero lo suficiente como para pasar injustamente de puntillas por la historia de la literatura británica, Colin McInnes escribía su Trilogía de Londres, que constaba de las novelas City of Spades, Absolute Beginners y Mr. Love and Justice (las dos primeras traducidas en España como Ciudad de ébano y Principiantes). Dado que las tres novelas son independientes y solo tienen en común un lugar y una época, podemos ocuparnos directamente de la segunda de la lista, que al cabo es la que ha tenido más resonancia a escala mundial.
Pongamos esto por delante: en Madrid, ante una Ayuso tan demente como la mayoría de sus discursos sugieren, el PSOE opuso un señor con tanto atractivo para el votante como un caracol marino. Gran parte de lo que el PP ganó, en realidad lo perdió el PSOE. Y hubo también, como era de esperar, un regreso al redil de antiguos votantes de Ciudadanos que han huido en desbandada ante el final de la aventura cuñada. Pero eso no explica realmente quién ha ganado, quiénes hemos perdido y, lo más importante: qué consecuencias puede tener esto.
No hay logros permanentes. No hay derechos asentados. Todo avance está permanentemente expuesto a peligros, retrocesos y desaparición. Esta es, ante todo, la realidad definitiva de nuestro sistema económico. Sobre todo si de ella se desprende algún beneficio económico para las élites, sea legal o no lo sea. Se llama “capitalismo”.
La desregulación tiene consecuencias. Cuando el estado se desentiende de sus obligaciones (lo único que justifica su existencia) lo que aflora, mal que nos pese a los anarquistas, es la delincuencia. Y ninguna delincuencia es tan capitalista como el timo.
Hay en la historia de mi familia tres barcos importantes. Hoy en día, si alguna vez los occidentales se embarcan, es para hacer un crucero (generalmente una vez jubilados, con otros especímenes similares) o para llegarse a Ibiza, con planes de diversión y aventura.
No hay nada de eso en los tres barcos de la historia de mi familia. Por si no ha quedado claro a estas alturas, somos emigrantes. Y venimos más bien de abajo, es decir, emigrantes de verdad, de los que se mueven por hambre, por un futuro mejor. No hay cruceros y discotecas en nuestro horizonte marítimo. Hay esperanza.
Una entradita más de esta serie dedicada al arte de (intentar) surfear con tablas clásicas con una sola quilla. Se viene una cuarta (y posiblemente última) entrada, que dedicaré básicamente a desglosar los distintos tipos de retro singlefins que hay, con el objetivo de orientar hacia la compra y surfing de cada uno de ellos.
Cine y amor no son dos palabras que casen bien. Tendemos a asociarlas, por efecto kulechov, con comedias románticas con Matthew McConaughey y Meg Ryan. Elevación a categoría de arte de la relación tóxica, del acosador y de la neurosis. Pero el cine es mucho más que eso. Y guarda tesoros de calado intelectual e incluso filosófico para quien sabe escarbar. Estas son algunas de las cosas que he aprendido del amor (el de verdad) gracias al cine.