Bienvenidos al Speakeasy (I): Milt Jackson & Ray Charles

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Doy inicio a esta sección en el blog que se corresponderá, cada quince días, con su correspondiente sección en el Speakeasy, el rincón dedicado al jazz del programa Roadrunner. Os sugiero que escuchéis el audio aquí al tiempo que ampliáis información con este texto. Espero que lo disfrutéis.

Milt Jackson (1023-1999) es famoso por su labor como vibrafonista al frente del Modern Jazz Quartet, una de las grandes bandas de jazz de los años 60. Formado a principios de los 1950, el cuarteto orbitó desde el principio en torno a Jackson: no en vano, el primer nombre del grupo fue Milt Jackson Quartet. Pese a que, en sus inicios, el cuarteto adoptó el Be-Bop como su forma de expresión, no tardó en caer rendido a los encantos del Cool Jazz, una forma musical mucho menos agresiva y que se adaptaba a la perfección a su sonido preciosista, marcado por el vibráfono de Jackson y el piano de John Lewis.

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Ray Charles (1930-2004), por su parte, es famoso como temprano genio del rythm’n’blues y el soul, género del cual, según muchos, sería en gran parte creador, al estar entre los primeros músicos en unir la música gospel, con sus características armonías vocales y estructuras de «llamada y respuesta», con la percusiva base rítmica y la orquestación del rythm’n’blues.

Ambos músicos grabaron juntos en dos ocasiones, en 1958 y 1961, y de estas sesiones surgieron dos álbumes que son joyas para paladares refinados: Soul Brothers y Soul Meeting, ambos editados por Atlantic. Pues bien, hoy escucharemos la pieza con la que se abre el segundo de estos álbumes: me refiero a la versión, en clave eminentemente soul jazz, del clásico de Ray Charles Hallellujah, I Love Her So.

Ray CHARLES a son piano.

Si hay una canción que resume a la perfección esa unión casi orgánica de gospel y rythm’n’blues es esta, y lo hace desde el título, en el que agradece a la intercesión divina el amor que acaba de encontrar. No obstante, la ausencia de la voz de Ray Charles, lejos de condenar esta versión a las catacumbas de lo aburrido, abre las puertas a un torrente de imaginación en su improvisación pianística, que discurre por los senderos del blues.

Milt Jackson, por su parte, ejecuta su solo de vibráfono con un crescendo progresivo y preciosista, pero sin caer en lo pretencioso ni en el exceso barroco. Sin duda estamos ante dos maestros de sus respectivos géneros, recordándose mutuamente, y recordándonos a todos nosotros, que la música afroamericana es una sola: un gran árbol, poderoso y vital, del que surgen numerosas ramas que, sin embargo, nunca pierden su conexión, su savia y su alegría.

Publicado por

taodelsurfing

Traductor. Escritor. Surfista cuando puedo. Loco por la literatura, el cine y el jazz.

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