Cuentos. Por alguna razón, en España nunca han gozado de la popularidad de la novela. Y eso que nuestro idioma ha proporcionado algunos de los mejores cuentistas de la historia. Y a pesar de que escribir cuentos es muy, muy difícil. Terriblemente difícil. Mucho más, si se quiere hacer bien, que una novela.
Estos son los cuentos más increíbles que he leído. Bueno, algunos. Esta lista sobresale, sobre todo, por sus notables ausencias: no cabe duda de que una lista de cuentos debería comenzar por Bola de sebo, de Maupassant; y que casi cualquier historia corta de Borges podría discutirle el puesto a la elegida. Pero es lo que hay: It’s my party and I cry if I want to.
Manuscrito hallado en una botella, Edgar Allan Poe
Y comenzamos mal, porque casi cualquier cuento del gran maestro de Baltimore podría estar en esta lista. Personalmente guardo un cariño especial por El barril de amontillado y por El corazón delator, pero vamos, cualquier cosa surgida de esa pluma es totalmente arrebatadora.
Manuscrito… es increíble porque combina elementos de la literatura de marinería (al estilo de Un capitán de quince años o Moby Dick, de Melville) con un crescendo en la distribución del terror, primero por causas naturales y, más tarde, sobrenaturales. Prefigura el terror cósmico e inapelable de H. P. Lovecraft (quien también recurrió alguna vez al escenario de la embarcación maldita) y ofrece una visión decididamente pesimista del ser humano.
Fotograma de la adaptación cinematográfica de Robert Enrico, 1962, que se incluyó en la famosa serie de TV The Twilight Zone
Lo que pasó en el puente de Owl Creek, Ambrose Bierce
La vida entera de Bierce es digna de una novela. Sobre todo su extraña desaparición final, que ha sido objeto de numerosas especulaciones e incluso se ha llevado al cine. Bierce repartía su amargura con respecto a nuestra especie entre cuentos de terror y cuentos en los que el elemento aterrador es la realidad misma.
El puente… es una de estas últimas. No se puede explicar mucho de él sin destriparlo miserablemente, y si no lo has leído, te envidio, porque te espera una experiencia inolvidable. Baste decir que esta narración le voló la cabeza nada menos que a Jorge Luis Borges, quien siempre lo consideró una de las grandes obras de la literatura universal. Así que búscalo y léelo, y luego me das las gracias. O a Bierce.
El oso con el nudo en la cola, Stephen Tall
A veces, de donde menos te lo esperas, salta la liebre. En este caso, la responsabilidad recae sobre las magníficas antologías de ciencia ficción que publicaba Orbis en los años 80, que yo devoraba como si se tratase de bocadillos de Nocilla. En una de esas antologías se incluía este cuento de Compton N. Crook, bajo el habitual seudónimo de Stephen Tall.
El oso… narra el viaje de la nave espacial Stardust a las estrellas que conforman la cola de la Osa Mayor, siguiendo unas extrañas emisiones de radio de origen claramente inteligente, debido a las visiones de la psíquica de la nave, que pinta, en estado de trance, un oso que sufre debido a un nudo en su cola. Al llegar, la tripulación vive el canto del cisne de una civilización hermosa y pacífica. En la tradición de ciencia ficción estadounidense de Bradbury o Clarke, Tall cuenta una historia poética y triste, pero a la vez llena de esperanza. El cuento fue finalista de los premios Hugo.
Fotografía de la puerta del castillo de Colington, donde tiene lugar este clásico de la literatura.
La puerta abierta, Margaret Oliphant
Si la ciencia ficción ocupó muchas noches de mi vida infantil y adolescente, el terror ocupó casi todas las otras. En este caso era Alianza la editorial que publicó magníficas antologías de cuentos del género, con las que conocí a algunos de los más grandes, como Machen, Lovecraft, Blackwood o la incomparable Margaret Oliphant.
La puerta abierta es uno de esos cuentos que hicieron historia. En países con una larga tradición en el formato (y que no usan despectivamente la palabra “cuentista”) se considera el canon del relato de terror. Se trata de un clásico cuento de fantasmas victoriano situado en una vieja mansión rural en Escocia, y lo más importante (amén de la propia experiencia siniestra) son las reacciones de las diferentes personas que el protagonista de la historia enrola en su búsqueda de la verdad.
Un camino a través del aire, Ray Bradbury
Vale, ahora estoy haciendo trampas, pero no demasiadas. Un camino… pertenece a Crónicas marcianas, que muchas veces consta como novela del genial escritor de Illinois. Sin embargo, las Crónicas son, en realidad, una recopilación de relatos unidos por un mismo hilo argumental y cronológico. Son historias independientes y se pueden leer en cualquier orden, aunque lo ideal es hacerlo en el marcado por el autor.
Un camino a través del aire nos sitúa en los inicios de la colonización marciana. Los humanos hemos terraformado el planeta rojo y el éxodo ha comenzado. Miles de terrestres deciden llevar un poco más lejos el antiguo lema Go West, Young Man, y probar suerte en una tierra distinta y nueva. En el profundo Sur estadounidense, un viejo racista y amargado ve cómo incluso los negros marchan, y lo hacen alegres y confiados, pues dejan atrás un pasado de abusos y pesadilla. Si uno solo de los cuentos de Bradbury te ha de contar todo sobre la condición humana, es este.
Charlie Parker, dios del be-bop.
El perseguidor, Julio Cortázar
El perseguidor es un cuento muy largo, que sin embargo nunca llega a ser ni una novella, en el sentido anglosajón, ni una novela en el nuestro. Esto se debe en primer lugar a su estructura y a complicaciones espaciales-temporales propias de la historia.
Narra las últimas entrevistas de Johnny Carter, un saxofonista negro, trasunto del gran Charlie Parker, con Bruno Testa, un periodista y escritor argentino. El cuento es oro puro porque subraya las enormes diferencias entre la mente cultivada y cosmopolita de Bruno y la sencillez e incapacidad de expresarse de Johnny, quien es casi analfabeto y adicto a la marihuana. Sin embargo, les une la pasión por la música, que Carter toca como los ángeles, y algo más: al final de la historia, nos damos cuenta de que la psique de Carter es tan doliente y torturada y, a su manera, complicada y sofisticada, como sus partituras o la brillante mente de Bruno.
Jorge Luis Borges, dios de los bibliotecarios ciegos en abadías italianas del Renacimiento.
El sur, Jorge Luis Borges
A veces uno está donde no debe estar. La vida no perdona. La vida real, la auténtica, la que se gesta en trabajo duro, violencia y lágrimas, sobre todo. Y cuando uno es un lechuguino de ciudad, un pisaverdes de Buenos Aires, tal vez no sea la mejor idea batirse en duelo con ese lugareño cabronazo. O tal vez nada de lo que acabo de escribir tiene sentido, porque ¿dónde (y cuándo) estaba el protagonista de este cuento, Juan Dahlmann?
Considerado por Borges su mejor cuento (y no soy nadie para llevarle la contraria), El sur juega desde el principio con nuestras percepciones espaciales y temporales, y acaba en abierto: te toca a ti decidir qué pasó realmente. A veces escribo cosas, las releo y me doy cuenta de la brutal, enorme influencia que ha tenido Borges, y en particular este cuento, en mí. Luego selecciono y borro. Nadie va a hacerlo mejor que Borges, nunca, jamás.
Salinger, dios de los cuentistas judíos ateos y traumatizados.
El tío Wiggily en Connecticut, J. D. Salinger
Se ha acusado a Salinger de haber escrito siempre la misma historia. Su historia. Como si eso fuese algo malo. Mira, si fuera por mí, le habría pagado un tratamiento de inmortalidad para que siguiese escribiendo siempre esa misma historia. Gracias a ella, hemos podido leer algunas de las páginas más sobrecogedoras de la literatura del siglo XX.
El tío Wiggily narra, en efecto, la misma historia de siempre: los efectos de la guerra en los supervivientes. Pero, he aquí el giro, la vuelta de tuerca, la maravilla: desde la perspectiva no de los excombatientes, sino de quienes comparten su vida con ellos. La protagonista es Eloise, una mujer casada con Lew, pero enamorada desde su juventud de Walter Glass, quien ha muerto en la segunda guerra mundial. Eloise recibe la visita de Mary Jane, una ex compañera de universidad, divorciada. Durante el transcurso de la tarde se harán evidentes las heridas provocadas por la guerra en Eloise, en su pequeña hija Ramona y, en general, en todo el sexo femenino.
Dios.
Un artista del hambre, Franz Kafka
Este cuento es mi peor pesadilla. Es como esas muelas que te duelen hasta el alma, pero no puedes evitar provocar con la punta de la lengua. Porque una y otra vez regreso a él. Un artista del hambre narra la historia de un fenómeno de feria, un artista del ayuno, que ve cómo su arte es sistemáticamente ignorado por un nuevo público ávido de novedades. El protagonista del cuento decide romper con su representante y enrolarse en un circo, donde llevará a cabo su última representación.
Un artista del hambre trata del aislamiento. Del miedo. Del ascetismo. Del arte. Del público del arte. De la dependencia entre artista y público. De la incomprensión. De pasar de moda. De ser un genio en algo que a nadie le importa. Es angustioso, es una pesadilla. Y es jodidamente brillante. Quizás lo más brillante que se haya escrito en el siglo XX.
Los muertos, James Joyce
Los muertos debería constar como lectura obligatoria en las clases de filosofía. Y en una hipotética clase de Educación Sentimental, algo que nos hace mucha falta a todos, pero que nadie incluye en los currículos académicos. Los muertos trata del pasado, del peso que éste tiene en todos nosotros, de cómo modifica por siempre nuestra percepción de la vida. También trata de orgullo y perdón. Trata, secundariamente, de la belleza de las cosas cotidianas. Y, por supuesto, de la muerte.
La historia transcurre en la fiesta anual que las ancianas hermanas Morkan organizan en su casa de Dublín, y en la que la pequeña comunidad de amigos y alumnos de música de las hermanas se divierte, discute, baila, canta, habla de política y de lo divino y terreno. Mientras tanto, las hermanas se inquietan por la ausencia de Gabriel, su sobrino, y su esposa Gretta. Son precisamente estos dos personajes los que cierran la narración con una escena sobrecogedora y un párrafo final que vale por toda la literatura inglesa hasta ese momento.
Bueno, aquí se acaba lo de hablar de libros. El próximo post, lo prometo, tratará de surf, o de películas, aún no lo he decidido. Si has llegado hasta aquí, y hay alguno de estos cuentos que no hayas leído, hazte un favor y búscalo. Con un poco de suerte, cambiará un poquito tu vida como lo han hecho con la mía.
Buenísimo. Como el anterior, el de las novelas. Comparto varios de ellos. Bueno, ya lo sabes. XXXXX
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