Tengo este blog medio abandonado. Lo sé, pero eso se debe a varias razones. En primer lugar, a que estoy volcándome con la escritura de ficción en cuanto tengo un poco de tiempo libre, y eso va en detrimento de escribir para otras empresas.
Además de eso, está el tema de mi tobillo.
01. El tobillo
Haciendo el gilipollas me rompí el peroné de la pierna derecha. Concretamente me hice una fractura espiroidea muy cerca del tobillo. Como esto sucedía en el skatepark de la Mar Bella, cerca de la playa, me llevaron en ambulancia al Hospital del Mar, donde tras varias horas de espera y radiografías, me pusieron una escayola mientras me recolocaban el pie en su sitio: esos fueron los dos minutos más largos y dolorosos que recuerdo haber pasado jamás.
Así empezó todo: no juegues a volver a tener 20.
Luego vino un mes en cama con la pata enyesada, y tremendos dolores sobre todo por la noche, una buena parte de ellos debidos a la escayola misma: es un bicho rígido y pesado que inmoviliza, una auténtica tortura. En este periodo mis mejores amigos fueron el Sr. Tramadol y la Sra. Dormidina. Ojito, que así empiezan historias de terror.
Cosas que ayudaron: hacer cositas con los Crying Grumpies como esta.
Tras este mes mi traumatólogo me quitó la escayola y me puso una bota médica, que debía llevar en todo momento excepto durmiendo. Aunque he buscado en Internet el origen de la bota médica no he podido hallar a su inventor. Sea quien sea, mil veces sea loado y mil velas le sean encendidas (o que le caigan royalties). Este periodo fue muchísimo mejor que el anterior; empecé poco a poco a caminar con muletas (primero dos, luego una, más tarde solo la bota) y a hacer ejercicios de rehabilitación.
Si el Cielo existe, el inventor de esto se lo ha ganado.
La rehabilitación fue la clave, creo. No me las voy a dar de guay, más bien al contrario (ya veréis más adelante) pero reconozco que fui un paciente modelo: no falté excepto un día, y porque me coincidía con visita de control con el traumatólogo. La rehabilitación era lunes, miércoles y viernes, pero yo hacía (y sigo haciendo) mis ejercicios todos los días en casa.
Rehab: yes, yes, yes.
Por fin llegó el día en que el traumatólogo me quitó también la bota y empecé a caminar, primero con muletas, luego con una sola, y muy pronto sin ellas. La recuperación aún no ha acabado, pero ya queda menos.
Se sufrió bastante para llegar a esta foto.
02. Los perjudicados
Lo peor de esto no es el dolor de la fractura. Lo peor de todo son las consecuencias. Las consecuencias para mí y para terceros.
En cuanto me sucedió la fractura, mis primeros sentimientos fueron de vergüenza por lo que iba a significar esto para mi chica (acabábamos de ir a vivir juntos, y ahora debía regresar al hogar paterno para recibir cuidados) para mi trabajo (retrasó notablemente la traducción en la que estaba metido) y para mis padres, que recibían de repente un inquilino extra.
También supuso una cagada para mi forma física: en los casi cinco meses desde la fractura perdí la forma en la que estaba (engordé 5 kilos) y sobre todo me perdí más de media temporada de surf (toda la primavera) y parte de esta que comienza (francamente veo difícil entrar al agua antes de diciembre).
Así de gordaco me quedé. El guapérrimo de atrás es Otto.
03. Lecciones aprendidas
1- Ya no tengo 20 años.
2- A partir de cierta edad, tus accidentes joden a otras personas además de a ti.
3- No surfear es una mierda, pero se puede sobrevivir.
4- Los amigos valen su peso en oro (en el caso de los míos, eso es mucho oro).
5- La Sanidad Pública española sigue siendo excelente, pese a todo lo que le han hecho. Vale la pena luchar por ella.
Así que no seáis gilipollas, no os rompáis nada, sed prudentes. Pero no demasiado. Cuando iba en la ambulancia, lamentándome en voz alta de mi estupidez por ponerme a patinar con 46 años, el paramédico me dijo:
– ¿Sabes dónde no te habrías roto nada? En el sofá, viendo la tele. Pero eso no es vida, tío.
Sabias palabras.
Y además podéis vernos a los Grumpies en vídeos tan filosóficamente complejos como este, en el que hablamos de Kant, Nietzsche y J. J. Abrams.
Lo primero: me alegro de que tu recuperación progrese adecuadamente. Lo segundo: estabas hecho un secajo. Estás mejor más rellenico. Tercero: me gusta tu gato. Un abrazo y escribe más perraco.
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😂😂😂😂😂
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Buenísimo, un GSOH (great sense of humour) de primera. Besitos de tu Ma. P.S. A nosotros no nos molestaste en lo más mínimo. Es más: aún te estamos echando de menos.
Ana Weyland
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Yo me rompí la rodilla con un skate, en verano, así que me pasó parecido… La gente de alrededor sufre, sermones de «no tienes 20 años» y problemas en el curro… Calcado!
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