Momento de cambios en este blog. Y en mi surfing. Y en mis prioridades vitales. Dejadme explicar primero lo menos importante.
1. MIDLENGTH OR DIE
Hace mucho que no escribo de surfing por aquí. Lo cual es una pena, pero es que para empezar soy muy vago; en segundo lugar, la temporada ha sido bastante mala, y en tercer lugar… bueno, eso, al final.
Pero ha habido cambios. Vamos por partes: mi tablita fetiche, mi alfombra voladora mágica, Cheesecake, estaba sufriendo mucho. Pero mucho, quiero decir. De verdad. Llegó un momento, tras las últimas reparaciones, en que me di cuenta de que pedía paz a gritos. Para empezar, es una tabla que tiene muchos años, y con muchos, quiero decir que apunta ya a la decena, si no la supera. Podría ir y mirarlo, pero me da pereza.
Cheesecake ha sido mi tabla all-around durante mucho, mucho tiempo. Es lo que tiene que sirva lo mismo para un roto que para un descosido: pilla cualquier cosa, desde babitas de ¼ de metro hasta dos cuerpos pasados, y probablemente más (ahí ya entra en juego mi canguelo y esas cosas). En todo este tiempo ha habido toques, muchos toques; bollos, muchos bollos, y reparaciones, muchas reparaciones. Al ser una tabla de color (amarillo en el deck, marrón en el bottom) a cada reparación se le suma pintarla. Tras la última vez, me dije que convendría buscarle reemplazo y dejarla solo como tabla para viajes.
Ahora echa en la ecuación que tengo ya una edad, y que, aunque mi forma física sigue siendo bastante buena, batirme el cobre contra chavales de 20 años me supone periodos de recuperación mucho más largos. Así que me pensé bien todo y encargué a Juan, de Hav Surfboards, una hermosa 7,4 singlefin, una auténtica minimalibú. 49 litros de flotación, nose redondo y una cola squash que hace que girarla hacia el labio sea un paseo: una auténtica pasada de tabla que me tiene enamorado.
Y con el cambio de tabla ha llegado también un cambio de mentalidad. Y es que pasé mucho tiempo compitiendo. Con los demás surfistas del pico, conmigo mismo, con mi edad. En realidad, donde pongo “con” debería poner “contra”. Y ya no tengo ganas de competir contra nada ni nadie. La tablita nueva es diversión pura; me permite desde surfear al estilo logging hasta darle caña a los labios de olas con buen tamaño. Y todo es natural, relajado, divertido. Como debería haber sido desde el principio.
Así que, aunque ahora mi quiver consta de tres tablas y un corcho, lo cierto es que el 90% de las veces estaré entrando con la 7,4. La Stinger se reserva para días de tamaño y buena pared. Y Cheesecake, para viajar o para que mi chica haga sus primeros pinitos surferos cuando comience la temporada que viene. Y tan ricamente, oye.
2- THIS BLOG’S DAYS ARE NUMBERED
Esto me lleva a la segunda novedad. Hace ya cosa de un par de años comencé a escribir nuevamente. A escribir ficción, quiero decir. Y la bola de nieve ha ido creciendo. A estas alturas tengo ya una docena de relatos publicables, más una novela corta. Mi intención, pues, es autopublicar (no quiero hablar ahora del mercado editorial español: mantengamos este blog en positivo).
(Foto: Rafa Benjie Oliver)
Para ello, lo primero es crear una bonita plataforma desde la que darme a conocer como escritor de relatos. Y esa plataforma existe: es este blog. Pero para que funcione, he de remodelarlo por completo. Y eso implica que probablemente cambie incluso la URL.
El trato es este: publicaré una última entrada de Singlefineando (de largo, la serie que más éxito ha tenido en este blog). La dejaré on-line algún tiempo, tal vez hasta finales de verano. Y luego, este blog habrá cumplido su ciclo vital y desaparecerá. En el nuevo blog, que se dedicará exclusivamente a literatura y arte, pondré como descarga, por un precio muy bajo, un pequeño ebook con todos los Singlefineando bien estructurados y ordenados. Allí estará para quien quiera bajárselos. Pero el blog comenzará a tratar de otra cosa.
Pero Joan, ¿y si un día quieres volver a escribir sobre surf?
Pues ese día, me plantearé qué hago. O tal vez escriba un cuento al respecto. O aún mejor, puede que coja la tabla, la cargue en el coche y me lance a buscar olas.
Foto: Inma Barea