No hay logros permanentes. No hay derechos asentados. Todo avance está permanentemente expuesto a peligros, retrocesos y desaparición. Esta es, ante todo, la realidad definitiva de nuestro sistema económico. Sobre todo si de ella se desprende algún beneficio económico para las élites, sea legal o no lo sea. Se llama “capitalismo”.
La desregulación tiene consecuencias. Cuando el estado se desentiende de sus obligaciones (lo único que justifica su existencia) lo que aflora, mal que nos pese a los anarquistas, es la delincuencia. Y ninguna delincuencia es tan capitalista como el timo.
Si miramos los anuncios que abundan últimamente en YouTube, la mayor plataforma audiovisual del mundo, vemos que de un tiempo a esta parte han aflorado todo tipo de timos disfrazados de publicidad, de cosas que los que tenemos una edad recordamos perfectamente. Timos. Bálsamos de Fierabrás. Crecepelos maravillosos. Máquinas de abdominales. Por ejemplo:
01- Trading
El trading es la última moda en esto de las estafas. Obedece exactamente a las mismas pulsiones que las máquinas de ejercicios eléctricas y las píldoras milagrosas: conseguir de manera rápida y sin esfuerzo una ventaja o beneficio. Si en su día era adelgazar sin cambiar de (malos) hábitos y sin hacer ejercicio, ahora se trata de ganar dinero sin trabajar y sin tener que estudiar.
Quizás por ello se trata de un timo cuya principal víctima son los adolescentes, un colectivo que en nuestro país se enfrenta a un presente muy negro (un índice de paro juvenil del 40%) y a un futuro incluso peor. En esas circunstancias, ganar dinero sin dar palo al agua puede parecer la panacea de la antigua mitología griega.
El trading se basa, en esencia, en especular a cortísimo plazo en el mercado de valores. Sucede que la inversión grande, la tajada importante del pastel, está ya repartida desde hace tiempo. Así, lo que queda a las cada vez mayores legiones de teenagers enganchados al móvil y al ordenador son las migajas. Migajas que no justifican, en ningún caso, las horas y horas que esta cohorte de mocosos se pasa pegada a la pantallita, perdiendo salud, dinero y tiempo.
Por otra parte, las actividades fraudulentas de “academias” y “grupos” están a la orden del día, por todas partes, operando con absoluta impunidad. YouTube no hace ascos a ninguna publicidad, por ilegal que sea, y las policías y ministerios fiscales están para otras cosas, no sé… proteger a reyes eméritos, por ejemplo. Lo que sea, menos hacer su trabajo.
El periodista YouTuber Carles Tamayo está elaborando una magnífica serie de vídeos en los que expone no solo el carácter presuntamente ilegal, de estafa, de una de estas “academias”, sino también características que la acercan, a la vez, a los viejos esquemas Ponzi de empresas de legalidad cuestionable, y a rasgos psicopáticos propios de sectas destructivas. Vale la pena ver toda la serie.
02- El inglés se enseña mal
Si entras en YouTube, seguro que te ha saltado la publicidad de un tipejo esmirriado con pinta de Cayetano y exceso de gomina diciéndote, entre otras lindezas, que “el inglés se enseña mal” y que con él aprenderás a hablar como Churchill en 8 meses. En ocho meses, ojo. Para que os hagáis una idea: un niño inglés comienza a hablar bien su propio idioma a los cuatro años. Y ojo: en esos primeros cuatro años de vida, su cerebro es una auténtica esponja, con una plasticidad y una retención que no volverá a tener jamás, por razones evolutivas.
La profesora de inglés por YouTube Mrs. A ha investigado un poco a este buhonero actual, un tipo bien conectado que ha logrado aparecer incluso en televisiones públicas y privadas pese a aseveraciones tan cuestionables como que ha sido “intérprete de Barack Obama”. Y lo que ha salido a la superficie, con una investigación mínima, es… perturbador.
Ella no es la única que ha rascado un poco al tipo. A falta de que Tamayo haga caso a las innumerables peticiones de que lo investigue, otros YouTubers ya han empezado a poner en duda al pisaverdes, a su ego y a su método. Y los memes han empezado a aflorar.
03 – ¿Cómo?
Si nos fijamos bien, ambos casos responden a un mismo esquema:
1- Una carencia evidente (de dinero, de nivel de inglés)
2- Un desconocimiento básico del tema (financiero, pedagógico)
3- La promesa de un resultado increíble casi sin esfuerzo, con un método milagroso.
4- Responsabilizar al alumno de su más que seguro fracaso, porque la culpa es suya, no del método superguay.
¿Os suena de algo? Dejadme que aplique el esquema a otros productos:
1- La carencia evidente… de pelo, de un cuerpo saludable, de músculo.
2- Desconocimiento básico (de metabolismo, de nutrición, de educación física)
3- La promesa de pelo abundante, de bajar X kilos (o de tener un cuerpo 10) sin esfuerzo, con este bálsamo, con esta píldora, con esta máquina eléctrica de ejercicios que puedes poner a funcionar mientras ves la tele en el sofá).
4- ¿No ha funcionado? Eso es que no pusiste suficiente atención, no te esforzaste lo suficiente, no lo hiciste el suficiente tiempo… (Olvidaos del crecepelos: eran otras épocas, y para cuando el usuario veía que no funcionaba, el buhonero estaba ya muy lejos).
Podría parecer, a simple vista, que millennials y Generación Z son carnaza ideal para estos vendehumos, a juzgar por el resurgir de estos auténticos buhoneros. Casos como la famosísima estafa del Festival Fyre –el documental se encuentra en Netflix –parecen indicar eso. Sin embargo, no creo que se trate de una cuestión generacional. Más bien al contrario: tengo por seguro que los millennials son una generación incluso mejor preparada para el mundo que la Generación X a la que pertenezco. ¿Cuál es, entonces, la razón?
04- Kaizen y otras imbecilidades por el estilo
La razón última de todo este sindiós no es otra que el triunfo del neoliberalismo y, con él, de ciertas mentalidades que fomentan los peores valores que uno pueda imaginar: la obsesión por estar siempre “mejorándose”, la culpabilización a quienes se quedan atrás en la carrera de ratas, el “mindset del tiburón”, la “ley de la atracción”… Siempre, absolutamente siempre que se mira detrás de todas estas estafas y medios timos, aparece este trasfondo ideológico, además ligado, indefectiblemente, a nuevas pestes como el negacionismo y la ultraderecha.
Algunos diréis que en gran parte, la culpa es de quienes se dejan timar. Pero eso, además de erróneo y de moralmente cuestionable, es aceptar las reglas de juego de estos mercachifles del siglo XXI. No, no es así. Todos los chavales que están perdiendo dinero con el trading, día a día, están viendo disminuir aún más sus escasas posibilidades de encauzar su vida en el futuro. Muchos de ellos acabarán endeudados antes de cumplir 20 años; otros se pulirán los ahorros de sus padres.
Quienes se gasten 1500 pavos en un curso de inglés tan cuestionable como su vendedor, no tendrán los resultados milagrosos que les han prometido, y serán además 1500 euros más pobres, como mínimo. Y todos estaremos un poco más jodidos excepto los de siempre, claro.
Los charlatanes, los vendehumos, los buhoneros.