EL ROCKERO ACCIDENTAL

Mirad bien la foto con la que abro este post: soy yo con 16 años y un tupé. Miradla porque aparte del inevitable ataque de acné y de los tejanos sobaqueros, es la imagen de un error. Un error afortunado, he de confesar.

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Tupé convenientemente deshecho, camisa convenientemente abierta, cara convenientemente confiada. 15 años y el mundo por delante.

Mi relación con el rock comenzó con 13 o 14 años, cuando me compré el primer cassette con mi dinero. Era A Hard Day’s Night, de The Beatles. Uno de los mejores discos de la historia, no cabe duda (o, como mínimo, de los más influyentes) pero lo compré casi decidiendo a cara o cruz entre ése y uno de Michael Jackson. Imaginar qué hubiera pasado si me llego a llevar el de Jacko ocupa un lugar preferido en mis «What if».

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Con 13 años, botas nuevas e inaugurando una costumbre que aún persiste: posar como James Dean.

Ese verano, en el pueblo al que íbamos de vacaciones, me hice amigo de dos chicos holandeses. Eran rockabillies. Iban en pleno verano, con un calor de espanto, con tejanos ajustados, zapatos Dr. Martens y grandes tupés. Ellos me iniciaron a Chuck Berry, Gene Vincent y Eddie Cochran. Cuando volví a Barcelona mi pequeña rebeldía de adolescente mimado de clase media ya tenía una dirección.

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En aquella época no había teléfonos móviles, y si querías una foto, pedías y posabas.

Así comienzan las cosas. Por accidente. Y también por terquedad: conforme pasaba el tiempo, comenzaban a interesarme muchas otras músicas, pero no renunciaba a mi identidad rockabilly. Tocaba en un grupo (toqué en varios) y pese a vernos con tupé, sonábamos a una mala mezcla entre The Clash, Iron Maiden y la Creedence. Por absurdo que fuera. Sustituimos las botas tejanas por botas militares y, con el tiempo, el tupé dio paso a una melena. Pero seguíamos considerándonos rockabilly.

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Mi primera guitarra eléctrica y un brote de acné para compensar tanto cool.

Y lo curioso es que Carlos, el bajista, era en realidad un heavy, pero él no se daba cuenta. Y a mí me interesaba cada vez más el rock de los 60 y los 70: grupos como Rolling Stones, The Kinks, The Who. Comencé a interesarme mucho por el soul y el jazz. Hasta cierto punto, era un mod vestido de rocker. ¡Si hubiera sabido entonces aquella celebérrima respuesta de Ringo Starr a un periodista que le preguntó si se consideraba mod o rocker! «Mocker» (burlón), había respondido Ringo, una respuesta que justifica mi teoría de que fue el Beatle más guay de los cuatro.

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Brainstorm, un trío que solía tocar como cuarteto y que quería sonar como AC/DC pero sonaba como The Kinks borrachos y puestos de speed. Pero mal.

Nunca he dejado de escuchar rockabilly. Pero me he vuelto muchísimo más selectivo. Y muchísimo más ecléctico en mi gusto musical. He aprendido a reconocer que mi gusto va por ciclos, y cada cierto tiempo tengo mi mes de Cool Jazz, o mi semana de Jimi Hendrix, o mis días de Nine Inch Nails. Pero los mejores conciertos a los que he asistido han sido de rockabilly: The Cramps, dos veces en Barcelona; Stray Cats en Londres y The Legendary Shack Shakers no hace mucho.

Pero cuando surfeo suena en mi cabeza Purple Haze. Y si tengo un día realmente bueno, de esos en que el surf sale solo, suena It Never Entered my Mind, de Miles Davis.

Publicado por

taodelsurfing

Traductor. Escritor. Surfista cuando puedo. Loco por la literatura, el cine y el jazz.

3 comentarios en «EL ROCKERO ACCIDENTAL»

  1. Muy bueno. Y me encantaron todas las fotos.

    El mié., 9 ene. 2019 a las 11:33, Tao del Surfing () escribió:

    > taodelsurfing posted: «Mirad bien la foto con la que abro este post: soy > yo con 16 años y un tupé. Miradla porque aparte del inevitable ataque de > acné y de los tejanos sobaqueros, es la imagen de un error. Un error > afortunado, he de confesar. Tupé convenientemente deshecho,» >

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  2. Como Opinador Profesional que soy, opino que estabas mu mono. Por otro lado tengo que decir que eramos muy cabezones con eso de encorsetarnos en un estilo. La mayoría eramos muy eclécticos musicalmente hablando. Yo por ejemplo me empeñaba en decir que a mi lo que me gustaba era Deep Purple, que eso si era música, pero me moría por los huesos de Mark Knopler y escuchaba en secreto los Hombres G.

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